Me levanto a la
mecánica de mi mente.
Tiempos exactos que manejo inconsciente.
Es este mundo de locos que nos perfora la frente.
Tallando nuestras ideas y nuestras almas a su
parecer.
Soñoliento pero descansado, recojo mi
intelecto de mi cama, lo agarro a cachetadas
mientras lo coloco de vuelta en mi cabeza.
Y me alisto para trabajar.
Mil ideas pasan por mi cabeza, que sigue soñando
en un cuerpo despierto. Imaginando lo imposible
volviéndose posible en este
día, siempre ficticio
en mi cabeza.
Me aseo como todos los
días, y miro al espejo.
Como tratando de replantear las imperfecciones
de un rostro que cambia sin fallar año tras año.
Entre movimientos y pensamientos, acompañados
de
música de fondo sonando desde mi computadora,
me ganó el tiempo y al trabajo voy.
Monto mi bicicleta mientras pienso en todo lo que
ocurre a mi alrededor. Mientras trato de
decifrarlas cientos de historias que cada
peatón guarda en su
día a
día.
El cansancio refrescante del pedaleo de la mañana,
termina por despertar mis sentidos y oxigenar mis
pulmones llenos de
habitación cerrada.
Y en el circular de mi sangre circulan mis ideas,
mis sueños, y hasta mis pesadillas.
Y siento que por mas presente que esté en este mundo
en realidad no pertenezco a él.
Llego al trabajo como cualquier otra mañana. Feliz de
que tan
mecánica y tediosa tarea de vida sea compartida
con gente tan agradable. Tengo mucha suerte,
soy muy feliz en ese aspecto.
Enciendo la máquina, se marca el reloj del
hábito en mi cerebro. Prosigo con lo que
mecánicamente mi cerebro procesa todos los
días en la misma
acción.
A
través de este aparato, nosotros humanos hemos
aprendido a vivir.
De él vivimos, con él nos comunicamos, de él aprendemos,
de él nos informamos, de él nos divertimos,
en él encontramos todas nuestras respuestas.
Es curioso no lo creen? Cualquiera
pensaría que
estoy hablando de un Dios.
Es un hecho que la gente pasa más horas frente a una
computadora que frente a un altar.
Tal vez era un objetivo que aquellos que nos rigen
buscaban, y que obviamente, ya consiguieron.
Llego la hora de mi almuerzo, vuelvo a ser yo.
Tomo mi bicicleta y a toda velocidad siento como
el aire me da la
sensación de volar y de libertad.
Mientras planeo entre rompe muelles y grietas,
mi mente se hecha a volar en la luz del sol.
Llego a casa, de pronto me siento mejor en este mundo.
Mi familia me espera, la
razón mas grande por la
cual quiero quedarme
aquí todavía.
Al igual que ellos, he tenido la suerte de conocer mucha
gente que en verdad me ama.
Tengo suerte de ser amado, más que suficientes razones
para quedarme en este mundo.
Luego de cenar me hecho a mi cama a tratar
de descansar, de liberarme del mundo, y regresar
al mío. Aunque con tantos año en este lugar, llegué a la
conclusión hace
muchísimos otoños, que me quedaré a
cuidar y vigilar a la gente buena.
A mi gente... pues siempre supe dentro de mí que
este lugar en donde nunca me
sentí totalmente en casa,
estaba a punto de convertirse en mi casa.
Me levanto y regreso al trabajo.
Mi cuerpo vive de
energía pues ha recuperado fuerzas.
El resto de la tarde es agradable. Dios me dio la
bendición de poder usar en mis tareas terrestres mis
habilidades divinas. Mi arte.
Llega la noche y con ella el retorno a mi hogar.
El
único lugar que puedo llamar hogar. Pues dentro
de esa
construcción están muchas cosas de las que más
amo en mi vida. Y las que no estan,
siempre vienen y van. Realmente es mi casa.
Vuelvo a ser esclavo de la máquina (
he me aquíplasmando mi pensamiento). Pero trato de sacarle el
mayor provecho y usar tal poder para cosas que
me llenen en el alma.
Estoy a punto de ir a dormir.
Tomaré mi medicina, la cual es una carga celestial que
me pone Dios para el alivio del mundo.
Gustoso acepto la cruz a cambio de libertad para mis
hermanos.
Me voy a dormir sabiendo que lo sagrado esta por
suceder, pues lo extraordinario, ya esta pasando hoy...
"Si quieres presenciar un milagro, mira a los niños chiquitos ser felices en el amor de Dios. Si quieres ver una desgracia, mira a los adultos
auto destruirse mientras rechazan el amor de Dios.
Pues no solo en oraciones y misas esta el amor de Dios, sino dentro de nuestros
espíritus y en nuestra manera de vivir la vida."